lunes, 12 de noviembre de 2018

La madre que quiso seguir siendo gimnasta

Durante muchas décadas la gimnasia artística estuvo marcada por el mito de que sus exigentes demandas físicas y técnicas sólo podían ser cubiertas por jóvenes deportistas.  Durante todo este tiempo lo más habitual era ver competir a jóvenes adolescentes con cuerpos de niña que, entradas en la veintena comenzaban a retirarse. 


Oksana Chusovitina fue una de ellas. Nacida en 1975 en Bujaná (Uzbekistán) dentro de lo que era entonces la Unión Soviética, pronto comenzó a destacar por sus habilidades gimnásticas. Con tan sólo 7 años llamó la atención de las autoridades soviéticas y fue reclutada para sus escuelas deportivas. Con 13 ya era campeona junior de la Unión Soviética y se estrenaba en un torneo internacional con la selección. Y con 16 ya estaba al frente del combinado soviético en los Campeonatos del Mundo absolutos, en donde conseguiría 2 oros y 1 plata.

La disgregación de la Unión Soviética en varias repúblicas independientes en 1992, supuso que acudiera a sus primeros Juegos Olímpicos, los de Barcelona 1992, bajo bandera olímpica y compitiendo en lo que se llamó el "Equipo unificado". Allí, nuevamente compartiendo equipo con la mítica Svetlana Boginskaya, de nuevo sumaría otro oro a su palmarés.

Como el resto de sus compatriotas buscó acomodo en su república de origen, por lo que pasó a competir bajo bandera uzbeka desde 1992. Esta época supuso un periodo muy precario a nivel de instalaciones y material deportivo, a años luz de lo que la Unión Soviética le tenía acostumbrada. Pero ni los entrenos con material anticuado, e incluso inseguro, fueron obstáculo alguno para que Chusovitina siguiese desarrollando rutinas gimnásticas que fueron referencia mundial. Sus 5 oros, 9 platas y 6 bronces en Campeonatos Mundiales y Asiáticos, así los corroboran.


En el año 2002, a punto de retirarse de la alta competición, su vida sufre un severo revés: a su hijo de 3 años se le diagnostica leucemia. En su país ni dispone de seguro médico, ni de medios  avanzados, ni de dinero para costear el tratamiento. Deciden mudarse a Alemania porque allí, gracias a las donaciones de muchos gimnastas, puede comenzar a darle a su hijo el tratamiento médico que necesita. Paralelamente, pospone su retirada para seguir ganando dinero en las competiciones e invertirlo en el tratamiento de su hijo. "Si no compito, mi hijo no vivirá. Es tan simple como eso" solía recordar a los que cuestionaban su continuidad en la alta competición a una edad entonces considerada elevada.

Comienza a entrenar con el equipo alemán de gimnasia artística y Uzbekistán le libera para poder competir con Alemania. Sin embargo, las estrictas leyes germanas le impiden adquirir la nacionalidad alemana hasta que no haya completado al menos 3 años de residencia allí. Así, entre 2003 y 2006 se dio la paradoja de que Chusovitina entrenaba con el combinado alemán y competía con Uzbekistán, con los que seguía sumando medallas y títulos.

En 2006, adquiere la nacionalidad alemana y, en agradecimiento por las ayudas prestadas por muchos deportistas alemanes para costear el tratamiento de su hijo, pasa a competir por Alemania con 31 años, una edad insólita en la gimnasia de competición. Con su hijo ya sano, y bajo bandera alemana, conquistó 2 oros, 4 platas y 2 bronces en varias pruebas mundiales, europeas y olímpicas. La última de ellas con 37 años. 




Tras los Juegos Olímpicos de Londres 2012, anuncia su retirada que, apenas duraría unas horas. "Por la noche le dije a todo el mundo que me retiraba y, a la mañana siguiente, me desperté y cambié de opinión", claramente con vistas a competir en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Esta vez lo hará de nuevo bajo bandera uzbeka, consiguiendo un doble hito: el de ser la gimnasta con mas juegos olímpicos a sus espaldas (7) y la de mayor edad (41 años). 

Actualmente no sólo sigue compitiendo, sino que además ha obtenido un quinto y un cuarto puesto en los mundiales de 2017 y 2018 respectivamente. Y afirma estar en perfectas condiciones para alcanzar los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, a los que llegaría con 45 años. Pese a admitir que "cada año que estoy compitiendo me estoy dejando una parte de mí" no duda de que "podría competir contra todas las chicas. Lo sé y es mi objetivo ahora" afirma sin ningún tipo de temor. 

Esto la convierte en todo un referente y mito viviente para las nuevas generaciones de gimnastas, a quienes les dobla e incluso triplica la edad, por varios motivos. Por un lado, aunque haya perdido precisión y su participación se limite exclusivamente al salto, es actualmente una de las dos únicas gimnastas que ejecuta la temible Produnova, prueba inefable de su excelsa técnica. Y por otro, porque abrió la puerta para que gimnastas que fueron madres regresen a la alta competición, cosa impensable hasta la fecha y que hoy ya no resulta tan raro. 




Además tiene el honor de ser la única gimnasta que, dado su palmarés, entró en el salón de la fama estando aún en activo. 

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